Despedíamos el 2021 con la incredulidad propia de quienes han sufrido demasiadas decepciones, pero también con la esperanza de los que sienten, a pesar de los pesares, una enorme pasión. No sabíamos que teníamos ante nosotros uno de los años más emocionantes, intensos y catárticos de nuestras vidas.
Después de siete ediciones consecutivos de fracasos y unas cuantas polémicas, extensibles a casi dos décadas de desazón, TVE, la Generalitat Valenciana y el Ayuntamiento benidormí anunciaban a bombo y platillo la resurrección del tradicional Festival de Benidorm, renombrado ahora como el Benidorm Fest, a modo de preselección para Eurovisión. Nos prometieron, como tantas otras veces, un cambio. Y esta vez sí cumplieron.
Hace exactamente un año escribíamos estas líneas poco después de escuchar por primera vez Ay mamá de Rigoberta Bandini y Terra de Tanxugueiras que a lo largo de este se convertirían en dos himnos y dos referentes para la historia de la música española, o Calle de la llorería de Rayden y Raffaella de Varry Brava que dejaron y siguen dejando su propia huella. Conocimos asimismo a nuevos talentos como Blanca Paloma, a jóvenes promesas como Gonzalo Hermida, a referentes alternativos como Javiera Mena y a otros artistas como Xeinn, Marta Sango, Sara Deop o Unique que daban sus primeros pasos en la difícil industria local. Y, por supuesto, a «la mami».
No solo pudimos disfrutar de una notable cosecha musical, sino que asistimos también a un gran espectáculo audiovisual. Ambos puntos nos permiten, por fin, ponernos a un nivel cercano a algunos de los mejores festivales nacionales europeos. Y la audiencia y los medios y la sociedad en general respondió. Después de tanto tiempo defendiendo contra viento y marea que Eurovisión interesaba en España, pero que no había el más mínimo interés en trabajar y mimar a la marca, el Benidorm Fest se convirtió en todo un éxito rozando la categoría de fenómeno social. Y los 14, finalmente 13, concursantes que aprovecharon la plataforma para tirarse a la piscina sin saber si estaría medio llena o medio vacía, tuvieron su reconocimiento en forma de ventas, conciertos e incluso premios.
Chanel sería la que ganaría el Benidorm Fest con el apoyo de los expertos de TVE y contra la opinión del público y, lo que debía ser un sueño, se convirtió en una pesadilla. Para todos. Poco o nada importa ya de aquello, pero cada casa tuvo una oportunidad de oro para aprender una lección. Algunos, pocos, pero insoportablemente ruidosos, todavía deben repasar la suya, pues se sigue fomentando el odio desde el anonimato, encumbrando a héroes y cancelando a villanos de quita y pon. El tiempo simplemente pone a cada uno en su lugar.
Eurovision-Spain.com, por supuesto, ha tomado nota buena nota de la suya. El entorno no es el mismo que cuando comenzamos esta andadura hace ya 22 años. Ni el de hace 14. Ni siquiera el de hace 6. Nacimos con la globalización de internet y nos consolidamos con la explosión de las redes sociales. Nuestro trabajo se ha multiplicado y diversificado. Cada vez hay más y mejores medios especializados y nacen nuevas empresas de entretenimiento que aumentan la familia y nos obligan cada día a mejorar, a reciclarnos, a seguir aprendiendo. Si de algo nos ha valido la parte negativa de este relato es para reafirmarnos en que nuestro objetivo es y siempre será lo que consideramos mejor para la comunidad eurofán, evolucionando y adaptándonos a las circunstancias del momento, y con la honestidad por bandera.
TVE y su renovada delegación encabezada por Eva Mora y María Eizaguirre, y Chanel y su equipo nos dieron una temporada gloriosa, la primera para muchos, la primera de muchas. La delegación llegaba a Turín entre las favoritas para alzarse con el micrófono de cristal y se confirmó en unos ensayos cuyos aplausos todavía resuenan en la sala de prensa del PalaOlímpico. Y, en ese momento, la incredulidad a la que aducíamos al principio desapareció de una vez por todas. España tenía posibilidades, reales, de ganar Eurovisión. Y las tuvimos hasta casi el último momento. El resultado final, con todos los condicionantes habidos y por haber, elevaron a Chanel a la categoría de «ganadora moral» que muchas veces es la más importante. Y sino que se lo digan a Betty Missiego.
Europa se volcó con Ucrania y la proclamó vencedora de Eurovisión 2022 con un récord histórico de televoto. Kalush Orchestra y su canción Stefania, en honor a la madre del líder del grupo, se convirtió en la canción de todas las madres ucranianas y, por extensión, en la de la patria. El mensaje caló hondo entre los jueces y el público europeo, de norte a sur y de este a oeste, dando el trofeo a un país en medio de una guerra que impactó a todo el continente. El triunfo se cuestionó desde el primer segundo y se cuestionará para siempre por su evidente trasfondo, pero lo cierto es que ya forma parte de la historia de Eurovisión, de lo que fue 2022.
Y lo que son las cosas. La RAI organizó el Eurofestival, lo que merecería un apéndice; el Reino Unido acogerá la siguiente edición, en nombre de Ucrania; y la BBC y TVE rozaron el micrófono de cristal, también en el Junior. Nunca es tarde si la dicha es buena. Este 2022 se abrió una senda que de seguir por ella pronto se recogerán los frutos. Y, al igual que el año pasado, este capítulo termina conociendo a los 18 protagonistas del siguiente que ya comienza a escribirse y en el que se vislumbra una edición igual de apasionante pero, esperemos, mucho más racional.
A ti que lo estás leyendo, fiel a esta tradición de Nochevieja, te deseamos un feliz 2023 y te agradecemos de todo corazón tus visitas a Eurovision-Spain.com, a la PrePartyES, al EuroClubES en los que este equipo que no deja de crecer pone tanto amor los 365 días del año.
Source : EuroVision